Sabiduría en tu artículo. Lo que describes es hormesis en acción. La fisiología muestra que micro-dosis de incomodidad (frío, restricción calórica, HIIT y otras formas de estrés inducido) disparan los circuitos de reparación celular y elevan la tolerancia al estrés que no controlamos, mejora el ánimo y la plasticidad cerebral.
La clave no es idolatrar el sufrimiento, sino dosificarlo: suficiente para endurecer, nunca para quebrar. Cada ducha helada (mejor en invierno pero UFF) es un “impuesto preventivo” que uno paga para que la vida no nos cobre intereses mañana.
Los estímulos son poderosos para activar el cuerpo humano como bien dices. Y esos estímulos a veces son incómodos. En su buena dosis nos hacen crecer. ¡Gracias!
Los estímulos son poderosos para activar el cuerpo humano como bien dices. Y esos estímulos a veces son incómodos. En su buena dosis nos hacen crecer. ¡Gracias!
Creo que cuando todo es cómodo se nos escapa lo esencial, que crecer duele, pero anestesiarse duele más a la larga. La incomodidad no es el enemigo, es el umbral donde se afila el criterio, la resistencia y hasta el sentido de lo que hacemos.
Sabiduría en tu artículo. Lo que describes es hormesis en acción. La fisiología muestra que micro-dosis de incomodidad (frío, restricción calórica, HIIT y otras formas de estrés inducido) disparan los circuitos de reparación celular y elevan la tolerancia al estrés que no controlamos, mejora el ánimo y la plasticidad cerebral.
La clave no es idolatrar el sufrimiento, sino dosificarlo: suficiente para endurecer, nunca para quebrar. Cada ducha helada (mejor en invierno pero UFF) es un “impuesto preventivo” que uno paga para que la vida no nos cobre intereses mañana.
Los estímulos son poderosos para activar el cuerpo humano como bien dices. Y esos estímulos a veces son incómodos. En su buena dosis nos hacen crecer. ¡Gracias!
Los estímulos son poderosos para activar el cuerpo humano como bien dices. Y esos estímulos a veces son incómodos. En su buena dosis nos hacen crecer. ¡Gracias!
Creo que cuando todo es cómodo se nos escapa lo esencial, que crecer duele, pero anestesiarse duele más a la larga. La incomodidad no es el enemigo, es el umbral donde se afila el criterio, la resistencia y hasta el sentido de lo que hacemos.
Pretendemos una vida sin incomodidad pero la vida real no carece de ella, es parte de la vida. Nos hace sentir de verdad. Gracias Ainhoa.
Me gustó el título, abrazar la incomodidad, es aceptarla.
Absolutamente. Significa no rechazarla, acomodarla a ti y hacer que forme parte de tu vida. Muchas gracias.
Muy inspirador. Me ha encantado. Da para una gran reflexión. Gracias.
Gracias a ti.