Discusión sobre este post

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Sabiduría en tu artículo. Lo que describes es hormesis en acción. La fisiología muestra que micro-dosis de incomodidad (frío, restricción calórica, HIIT y otras formas de estrés inducido) disparan los circuitos de reparación celular y elevan la tolerancia al estrés que no controlamos, mejora el ánimo y la plasticidad cerebral.

La clave no es idolatrar el sufrimiento, sino dosificarlo: suficiente para endurecer, nunca para quebrar. Cada ducha helada (mejor en invierno pero UFF) es un “impuesto preventivo” que uno paga para que la vida no nos cobre intereses mañana.

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Creo que cuando todo es cómodo se nos escapa lo esencial, que crecer duele, pero anestesiarse duele más a la larga. La incomodidad no es el enemigo, es el umbral donde se afila el criterio, la resistencia y hasta el sentido de lo que hacemos.

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